I Geografía

Estado del conocimiento geográfico a la creación del cromlech pirenaico



La geografía en el cromlech pirenaico
Una de las disciplinas no utilizadas hasta ahora, como colaboradora, además de la arqueología, en el estudio del cromlech pirenaico, es la geografía de la época. El estudio de esta materia, se ha revelado necesario después de entrever, con trazas de credibilidad, el significado y las posibles leyes de emplazamiento de cromlech pirenaicos. El cromlech refleja, entre otras cosas tratadas en sus lugares correspondientes, la intencionalidad de sus constructores de representar equiparaciones cielo-tierra. El estudio del cielo, pirenaico y del Camino, se han realizado con la ayuda de la astronomía clásica en general y de la mesopotámica en particular. El estudio de la geografía se está realizando, con la asistencia de los primeros historiadores, la de mapas antiguos y modernos del norte peninsular y, sobre, del terreno tal y como hoy se encuentra. De los mapas se obtienen nombres de topónimos que, con frecuencia, se repiten, y, en consecuencia, habrá que intentar buscar las causas. Hacia el paralelo 43, según se desprende de los mapas, y de las zonas situadas a uno y otro lado del mismo, se escribió la historia del Camino. Para recomponerla contamos en primer lugar con la geografía, que, aún teniendo hoy otros significados ligados a la historia, mejor, a las historias, junto a éstas, al amparo de la geografía, afloraran, nuevas historias olvidadas. Geografía e Historia, se estudiaba en tiempos, hermanadas en la misma asignatura. Hermanamiento que no me parece adecuado para iniciarse en la historia olvidada de los orígenes del cromlech y del Camino, mejor, aislar primero las historias vigentes, y partir de nuevo, con datos fiables por el camino de sus afanes. De los afanes de ellos, constructores del cromlech pirenaico y peregrinos del Camino de las Estrellas hacia su Oeste Final, no de nuestros que, al margen de la geografía, como corresponde al paso del tiempo, fueron posteriores.

El cromlech pirenaico, no se localiza concentrado en pequeños puntos. Se halla disperso dentro de unos límites geográficos establecidos con nitidez, que apuntan a que sus constructores utilizaron una manifiesta intencionalidad de emplazamiento, obligando a pensar que, si los monumentos se situaron con tanta precisión fue por algo, y, en consecuencia, deberían de poder encontrarse las razones de ello, supuesto que sugiere la conveniencia de estudiar estos monumentos como un todo y con nuevos criterios, complementarios a los hasta ahora utilizados. Para hacerlo, dada la amplitud de la zona de asentamiento de cromlech , antes de delimitar ésta, conviene tener en cuenta, los conocimientos o, más bien, puesto que estos no coincidían con la realidad, las creencias, en materia de geografía, de la época en la que se erigió el cromlech pirenaico.

De los conocimientos geográficos existentes en la época de construcción del cromlech pirenaico, tenemos una idea somera compuesta de retazos cuyos huecos es preciso colmar con la ayuda de:

1-   Documentos históricos, que además de incompletos se encuentran dispersos, encajados y siguiendo las reglas de las disciplinas a las que hoy están adscritos. Estos documentos, nacieron de ideas preconcebidas equivocadas, como demuestran los mapas y conocimientos actuales en la materia, pero sin embargo, no pueden dejar de ser tenidos en cuenta, ya que sólo ellos, pueden ayudarnos a intuir el origen de las ideas y leyendas que su equivocado trazado, falta de unidad e inconcreción, engendraron.

2-   Información suministrada: a-: por los topónimos; b-: el paisaje; c-: el propio cromlech y d-: por algunos Santuarios primitivos y el arte Románico.
Conviene, en definitiva, repensar los conocimientos que pudieron tener de geografía, en la protohistoria y comienzo de la historia, al igual que del resto de disciplinas que atañen al cromlech pirenaico y su entorno, visto éste como fue concebido, con gran amplitud, sin más trabas que el horizonte y el firmamento. Repensar y dejar abierto el proceso. No se trata de sorprender con especulaciones novedosas no fundamentadas sino de insistir en la parte acertada de lo ya dicho facilitando su comprensión, y de presentar nuevas observaciones realizadas con posterioridad. Sin embargo, se debe decir desde el comienzo que, el estudio del cromlech pirenaico realizado hasta ahora, ha tenido un enfoque falto de altura, se le ha mirado sólo a ras de tierra, ¿a ver que tienen dentro?, y con criterios locales; en lugar de levantar la cabeza, mirar al horizonte, ver y recorrer de nuevo el Camino de sus constructores y el Camino de las estrellas, barruntando sus afanes.



Documentos geográficos históricos

Figura 1

En el comienzo, el mundo fue imaginado geocéntrico por el hombre. El hombre, el observador en el centro, solo, mirando la bóveda celeste, no ve el todo sino lo que alcanza su vista. La figura 1 muestra al observador dibujado con un punto, si estuviera en el mar o en un desierto sin accidentes de terreno, vería el horizonte tal y como indica la figura. En la realidad, habitualmente, los objetos lejanos y los accidentes del terreno, configuran el horizonte. Esta representación indica de manera esquematizada la posición del observador en una tierra plana y circular.                         

En líneas muy generales, el observador percibe:
1-   Que el cielo encima de él, se comporta como una bóveda o hemisferio trazado por las estrellas.
2-   Que esta bóveda encuentra el plano de la superficie de la tierra en una línea u horizonte.
3-   Que él mismo, el hombre, es el punto central de toda la historia.
4-   Que, en primera instancia, antes de realizar indagaciones, parece lógico que pensasen que la tierra era plana y circular.

De las estrellas, enclavadas en la bóveda celeste, el firmamento, y de los círculos que la delimitaban hablaremos más adelante, antes parece prioritario detenernos en el círculo terrestre, advirtiendo que con esta incursión se pretende ir encontrando soporte histórico a los resultados obtenidos en la investigación realizada en el cromlech pirenaico. No sería lógico que tan alta muestra de conocimientos celestes, como implica y señala la construcción del cromlech pirenaico, no estuviese avalada ni explicada en alguna forma en documentos, si se quiere, inconexos y dispersos, encontrados en diferentes disciplinas.

Figura 2

Las primeras representaciones de la tierra como un todo, la concibieron como un disco plano y circular flotando en las aguas del océano.  El mapamundi representado en la tablilla babilónica BM 92687 —figura 2— da una idea de aquellos mapas primitivos. El mapa citado está datado en época aproximada al 900 a.C. y parece utilizar convenciones geométricas para realizar determinadas representaciones topográficas. Sin entrar en otros detalles, centrándonos en cuanto ahora nos concierne y se quiere poner de manifiesto, el mar exterior a la tierra circular está representado por dos círculos concéntricos. Los dos círculos concéntricos de la parte de abajo de la figura representan, según la leyenda, al océano, mar-ra-tum, ‘mar de sal’. Wayne Horowitz en Mesopotamian Cosmic Geography, Eisenbrauns, Winona Lake, Indiana, 1998, en el capítulo 2, ‘The Babylonian Map of the World’, desmenuza el significado de la tablilla. El círculo central, sin entrar en detalles, según las leyendas que ilustran el dibujo está referido y representa a Babilonia, Asiria, etc.; el mar circundante, el Océano —marratu—, según los textos de otras tablillas estuvo referido principalmente al Mediterráneo por arriba y al Golfo Pérsico por abajo, es decir, a mares que de ninguna forma son contiguos ni forman un círculo. Resulta probable que la creencia ideal primigenia del mar circular estuviese fundamentada en la zona, con la ayuda adicional de los mares Negro y Caspio y de los lagos Van y Urmia. Horowitz, haciéndose eco de este tipo de anomalías, en la p. 27 de su libro, dice: “Sin embargo, el Mapamundi, utiliza convenciones de cartografía mesopotámica. Por ejemplo, el situar el ‘océano’ marratu con dos círculos concéntricos, es comparable con la práctica de dibujar ríos y canales dentro de líneas paralelas representando sus orillas.” Es decir, no debemos de tratar de ver los primeros mapas, aplicando los mismos criterios y convenciones que hoy en día. Los triángulos, santak, en sumerio, que rodean por el exterior al océano circular, representan regiones, nagû, situadas en el borde exterior de éste.
Como bien cita Horowitz, Heródoto —aproximadamente, 484-424 a.C.— en el libro IV, 36 de su Historia ­—, y para el lector en español, p. 316, del tomo 21 de Biblioteca clásica Gredos—, toma a broma este tipo de representaciones: “Pero me da risa ver que ya ha habido muchos que han trazado mapas del mundo sin que ninguno los haya comentado detallada y sensatamente: representan un Océano que, con su curso rodea la tierra —que, según ellos, es circular, como si estuviese hecha con un compás— y dan las mismas dimensiones a Asia que a Europa.” Sin embargo, aproximadamente, un siglo antes, el geógrafo jónico de la escuela de Mileto, Anaximandro —615-546 a.C.—, realizó un mapa de la tierra conocida que fue perfeccionado por su paisano Hecateo de Mileto hacia el 500 a.C. quién además redactó unos escritos de descripción del mismo de los que existen algunos fragmentos que permiten su reconstrucción aproximada. En la Historia escrita por Heródoto, libros V-VI, tomo 39 de Biblioteca clásica Gredos, p. 91, viene una interpretación de este mapa que se ha copiado en la figura 3.

Figura 3

Antes de comentarlo, abundando en esta idea de una tierra plana y circular —más bien los geógrafos del siglo V y principios del IV a.C., creían que la forma de la tierra era ovalada, con el eje E-O de longitud doble a la del N-S—. Se reproducen también, además, dos mapas —figuras 4 y 5— copiados del Timeo/Critias de Platón en traducción de Luc Brisson, Flammarion, Paris 1996. pp. 393 y 394. Los tres, además de otros muchos que se pueden encontrar en enciclopedias y en Internet, resumen cumplidamente el mundo y en ellos se hacen patentes las inexactitudes imaginadas inicialmente frente a la realidad, más tarde, descubierta. Conviene resaltar estas inexactitudes, por cuanto, pudieron ser una de las razones de que el emplazamiento del cromlech pirenaico terminase al llegar al Golfo de Vizcaya, y por haber dejado huella, además, en la toponimia, con frecuencia, todavía en vigor.

 

Figura 4

Figura 5

El mapa de la figura 3, realizado según Hecateo, muestra, el mundo conocido hacia el 500 a.C. En él, de acuerdo con el trabajo que se viene realizando, podríamos destacar que, el eje de mayor diámetro iba del Caspio al Atlántico. Las tierras de ambos extremos, atendiendo a un principio de simetría tan en boga en la cosmología de la Antigüedad, fueron denominadas, como se ha dicho en otras ocasiones, de igual forma: Iberia. Sin embargo, el mayor error que se desprende del mapa, procede de la creencia, habida en la Antigüedad, de suponer a la tierra de forma circular y de creer en la existencia de un océano exterior circundante. Se aprecia también que simplificaron idealmente la forma real de la superficie terrestre, imaginándola circular. En la parte de la península Ibérica, choca especialmente el redondeo realizado al norte, precisamente en tierra de cromlech, hasta la práctica eliminación del mar Cantábrico. De otra parte, queda patente que en aquel mundo imaginado, la citada península, formaba parte del extremo occidental del mundo entonces conocido. Si Hecateo de Mileto, imaginó así el mapa terrestre, hacia el 500 a.C., quiere decir que estamos imaginando con coherencia, al afirmar que ésta parece ser la idea que de la tierra pudieron tener los constructores del cromlech pirenaico, monumentos erigidos hacia el 600 a. C. 

Similar consecuencia se puede sacar del mapa de la figura 4, obtenido de las indicaciones extraídas del Timeo y del Crítias de Platón. En esta última obra se hace más patente el deseo, siguiendo las creencias en vigor, de mostrar a la tierra redonda. Este ideal conducía a no terminar de ver la realidad, cuya verdad debió de ir implantándose poco. Esta subjetiva forma de plasmar una realidad poco explorada todavía, tanto sobre los mapas como en los escritos, abrió puertas hacia la mítica que, todavía, se pueden ver oscuramente reflejada en algunas leyendas y en determinada toponimia.
En este sentido, la figura 5, obtenida de la p. 393 de la versión del Crítias/Timeo en traducción de Luc Brisson, muestra el mundo con la inclusión del continente de la Atlántida sugerida por Platón, principalmente en el Crítias.

Respecto a la hipotética existencia de la Atlántida, narrada por Platón en ambos Timeo y Crítias, el propio Brisson muestra y argumenta su escepticismo sobre su existencia en la introducción al Crítias.
La descripción que hace Platón de la Atlántida ha sido aplicada por diferentes eruditos a diversos lugares, principalmente a Creta. Sin embargo, descripciones de la Atlántida como:

1-   Timeo 24c- 25ª: “Una isla se encontraba en efecto delante del estrecho que, según la tradición, es llamado, las Columnas de Hércules. Esta isla era de mayor extensión que Libia y Asia juntas. A partir de esta isla, los navegantes de la época podían alcanzar otras islas, y de estas islas podían llegar a otras islas, y de estas islas pasar al continente situado enfrente, el continente que rodea completamente este océano, que es el verdadero océano.”

2-   Crítias 114ª-e, refiriéndose a la Atlántida: “Poseían riquezas en abundancia ... En primer lugar, todos los metales, duros o maleables, extraídos del suelo por el trabajo de la mina, sin hablar del que sólo subsiste hoy por el nombre, pero que en aquel tiempo había más que el nombre, la sustancia misma, el oricalco.” “... todos los frutos sin excepción.”

3-   Critias 119c, relativas a ritos realizados con toros.  Etc. Invitan a pensar, sin énfasis, que los mentores de tales descripciones bien pudieron haber tomado a la península ibérica por la Atlántida.
Luc Brisson, nos dice en el prólogo del Crítias que el relato relativo a la Atlántida es una alegoría política, una ficción con cierto fundamento histórico. Desde fuera de las discusiones eruditas, da la sensación de que los fundamentos históricos debieron de venir de relatos de ‘descubridores’, de tiempos en los que se tenía una idea equivocada del mundo de corte parecido al que muestran las figuras 3 y 4. Conociendo, como conocemos hoy, los mapamundis verdaderos, no hay posibilidad de creer en la desaparición, prácticamente en época histórica, de todo un continente como la supuesta Atlántida.  No parece correcto encajar a la Atlántida en un mapamundi actual. Las descripciones de Platón, apuntan más bien a un mundo casi mítico imaginado por quien de vuelta a casa describe una aventura ocurrida al oeste, en el supuesto océano circundante. Obligados a indagar con ojos de hoy, antes de comenzar a imaginar continentes delante del estrecho y de las Columnas de Hércules, toro, frutos y oricalco incluidos, convendría pensar en que si lo que de verdad encontraron cerca de las Columnas de Hércules, en lugar de un continente, la Atlántida, no fue lo que realmente estaba: la, con posterioridad, llamada Iberia. Parece que, en un principio, a ésta la creyeron isla y, bien mirado, es menor error que considerar mar circundante al Caspio como hizo, entre otros, Hecateo de Mileto.
En resumen, la Atlántida sólo existió en la imaginación y se nominó con parecidos credenciales a los del océano circundante; pero, como éste, no fue imaginada con precisión. En cambio, es importante subrayar que, ambos fueron nominados.

Todas estas elucubraciones han ido saliendo engarzadas, como cerezas de un cesto, del estudio que se viene realizando del cromlech pirenaico. Es decir que, antes de exponer el aparente significado del cromlech pirenaico, se está tratando de hurgar en la idea que se hacían del mundo en la antigüedad en la que floreció el cromlech pirenaico, por entender que éste, en buena medida, es un fenómeno nacido gracias a una determinada geografía. Su emplazamiento se debe a que creían que estaban en el Oeste Extremo, al borde del mar circular. Después o al tiempo, otros o los mismos —digamos caldeos, en sentido de sacerdotes, magos o sabios, no de pueblo—, pudieron pensar que por tierra se podía ir todavía más al oeste y allí se fueron acompañando a las almas de sus muertos, siguiendo las creencias de la época, el Camino de las estrellas y la Vía Láctea, hasta Coruña y Finisterre. Pensando como caldeo, después de adivinar supuestamente los conocimientos y anhelos que pudieron tener los mandos de aquella religión que terminó abducida por el cristianismo, dicho sea con profundo respeto y admiración hacia el pasado y el presente. Me parece que es preciso acotar tanto el espacio ocupado por el cromlech pirenaico, en la franja supuestamente más ancha de la oblonga tierra, como los espacios terrestres que le son próximos. Con los criterios un tanto platónicos y esotéricos, que pudieron ser tenidos en cuenta por los constructores del cromlech pirenaico.

Emplazamiento y entorno geográfico del cromlech pirenaico

Los mapas primitivos; las creencias escatológicas y del más allá, expuestas con claridad por diversos autores, entre ellos Franz Cumont; las elucubraciones de Platón con los triángulos en el Timeo 53c-55d, al tiempo que ‘discurre sobre el universo’ en busca de sus orígenes y creador, con la idea de la existencia de un orden perfecto que, en el espacio, pudiera ser simbolizado por figuras geométricas de la perfección de un círculo medido y acotado por triángulos; las analogías cielo-tierra sintetizadas siglos más tarde en los principios del hermetismo, sobre todo en el segundo, el de correspondencia: ‘como es arriba es abajo’, y, en menor medida en el cuarto, el de polaridad: ‘todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse’, como enuncian en Wikipedia del Kibalión; y, principalmente, la disposición y significado de los grupos de cromlech  y de las montañas señeras pirenaicas, en cuyos pies y collados se emplazan aquéllos; los nombres de montañas y emplazamientos que todavía parecen los originales, permiten en cierta manera, amparados en los mapas actuales, plasmar en hipótesis: un esquema de los emplazamientos primitivos y el porqué de los mismos; adivinar o al menos intuir el sistema de coordenadas utilizado y, finalmente, seguir el primitivo Camino de las estrellas, después, Camino de Santiago, en peregrinación anticipada del camino que al morir seguirían las almas. Supuestos que se han reflejado en la Figura 6, del que destacamos:

Figura 6 (Tierra de cromlech y entorno)

La propuesta que se hace para delimitar y entender, el cromlech y la zona de influencia de su religión astral, se ha concretado en la Figura 6. El supuesto, ha sido inspirado por los datos que hoy disponemos, y han sido proporcionados por las nuevas disciplinas que se incorporan al estudio del cromlech. El eje central de la zona en estudio, corresponde a la parte oeste del eje mayor E-O, de la oblonga superficie terrestre supuesta entonces, entre otros por Hecateo de Mileto. La importancia de este eje radica en que en él se ubica el cromlech pirenaico y se concreta en su geografía la creencia mesopotámica de que las almas al morir se iban al más allá, por el oeste del mar que circundaba la tierra. El cromlech pirenaico se emplazó, en dicho eje, desde Arán y Andorra regiones donde se encuentran los nacederos de los ríos Garona y el Ariège, confín este del cromlech pirenaico, y, al oeste, hasta la tierra de los muertos —Coruña— y Finisterre. Entre ambos límites E-O, Andorra-Coruña. Se encuentran las Peñas de Aia, probable punto neurálgico de la historia no escrita del cromlech pirenaico. Situados en Peñas hacia el norte se proyecta en línea S-N la costa francesa que, detenemos en la desembocadura del Garona, en el estuario de la Gironde a cuyo norte se encuentra la Santonge francesa. Esta línea de costa Aia-Gironde, separa el mar al este, de Aquitania al oeste. Uniendo con línea imaginaria la Santonge francesa con la Santoña cántabra, se forma un triángulo rectángulo marino que, en realidad corresponde al golfo de Gascuña o de Vizcaya. Uniendo Arán-Andorra con la desembocadura del Garona, se da forma al triángulo rectángulo aquitano, en el que el Garona hace de hipotenusa. Los nombres Gascuña, Gironde y las Santoña, están relacionados con el mundo de ultratumba, con credenciales difíciles de rechazar, gracias al sumerio. El sur del eje E-O de la región central pirenaica, se ha limitado con el río Ebro, ubre y fuente de vida que se nutre, principalmente, con todas las aguas que descienden tumultuosas, lechosas, como la Vía Láctea, de las blancas nieves del Pirineo. Garona y Ebro discurren paralelos en analógicos ejes 120-300 grados pero en sentidos opuestos. Ambos semejan y limitan dos triángulos, el aquitano, al norte, evidente y el del Ebro al sur. Mirando los afluentes del Ebro de N a S, forma diferentes triángulos, según el río-lado, escogido para cerrarlos, de los dos lados tomados por fijos: Pirineo-parte del mar Cantábrico y Ebro. De dichos triángulos, se obtiene información curiosa de variado tipo, destacando por su interés la, digamos, crómlica.

En el eje E-O central, también, parece que tuvieron en cuenta los constructores del cromlech pirenaico los puntos, mejor zonas, de los vertidos de aguas a uno y otro mar, Mediterráneo y Atlántico. En el extremo más al este del eje, en Andorra, nace el río pirenaico de más al este cuyas aguas vierten al Atlántico —coincidiendo con el extremo este del cromlech pirenaico—, el Ariège, que nace al NE de Andorra en el circo de Pont-Nègre, frontera entre Andorra y el departamento francés de Pirineos-orientales y desemboca en el Garona en Portet sur Garonne, al sur de Toulouse; de Andorra, también, vertiendo al sur nacen y discurren ríos que van a parar al Segre, pasan al Ebro y terminan con éste en el Mediterráneo. Igualmente, poco más al oeste, en el Valle de Arán, nacen de una parte, al sur de la Bonaigua, el Ruda uno de los nacederos del Garona que, como hemos dicho, se une con el Ariège cerca de Toulouse, para terminar en el primitivo mar circular por el estuario de la Gironde; de otra parte, en el Plat de Beret, donde hubo grupos de cromlech, nace el Noguera Pallaresa que fluye al Segre y con éste conduce sus aguas al Ebro para desembocar en el Mediterráneo. El hecho de que los últimos cromlech se encontrasen en zonas en las que nacen los ríos pirenaicos de más al oeste que vierten al Atlántico y los primeros por el este que lo hacen al Ebro, constituyen un hecho que parece fundamental y que pudiera estar relacionado con las creencias de sus constructores del cromlech pirenaico, incluidas sus ideas sobre el más allá y el camino hacia el oeste que seguían las almas al morir.

En alguna manera las teorías de Platón sobre los triángulos —Timeo 53c­-56b— han influido, al menos como homenaje a su persona y época, a la hora de imaginar el mapa presentado. Platón en la referencia citada, entre otras cosas dijo: “Ahora bien, toda forma corporal tiene también profundidad. Y, además, es de toda necesidad que la superficie rodee la profundidad. La superficie de una cara plana está compuesta de triángulos. Todos los triángulos se desarrollan a partir de dos, cada uno con un ángulo recto y dos agudos…” y, poco más adelante: “De los dos triángulos, al isósceles le toco en suerte una naturaleza única, etc…” En fin, se sumerge en elucubraciones matemático-geométricas diversas, triángulos incluidos y, digamos, no acaba de lograr una explicación clara para resolver nuestras cuitas sobre la posibilidad de definir convenientemente el mapa que enmarcó al cromlech y las creencias a él asociadas.

Las ideas y elucubraciones antiguas que sobre los triángulos existieron, han dado origen a realizar algunas imaginaciones ideales que al plasmarse en los mapas de hoy no han resultado tan precisas como se supuso, aunque estimo que pueden dar una idea aproximada para tratar de intuir el espacio ocupado por el cromlech en aquella antigüedad y tratar de figurarnos en parte el significado de éste y del Camino, para cuyo menester seguimos en la figura 6. Las líneas presentes en este mapa actual, partieron de la idea que entre las desacertadas propuestas geográficas de Hecateo y sus coetáneos, debió de existir, estudiadas la toponimia y las creencias atribuibles al cromlech y al camino, una mejor aproximación a la realidad geográfica, intermedia entre la, digamos, hecatea, y la real. En este supuesto inicial no fueron ajenas las platónicas elucubraciones sobre los triángulos, el uso que de ellos se hizo en la cartografía posterior, ni menos, el destacado carácter trino de las religiones mesopotámicas y la continuación de este carácter en la religión que siguió a la astral pirenaica. Las tales líneas provienen de un hipotético triángulo isósceles centrada su base en Peñas de Aia, para asombro de cualquiera incluido Platón, esta base estaría formada por una línea recta —que vemos hace un quiebro— que uniría Andorra con Unquera y la altura seguiría la costa hasta el Phare de la Coubre situado al norte, en la salida del Ganona al mar por el Estuario de la Gironde. Las distancias de Peñas de Aia a los vértices del triángulo: Andorra, Unquera y Phare de la Coubre, idealmente las supuse iguales, de la misma manera que, de forma analógica, se aprecia que las distancias de los dos lados del triángulo: Andorra o Arán y Unquera-desembocadura del Estuario de la Gironde, pudieron haber sido consideradas iguales. Esta hipótesis induce a pensar en otros dos triángulos rectángulos con un lado común, el que va de Peñas de Aia a la desembocadura del Estuario de la Gironde, el del este, es terrestre, Aquitania, y su hipotenusa la forma el Garona; el triángulo oeste es marino, va de Unquera —¡ojo! con Unquera, la realidad analógica del relato nos lleva a Santonge-Santoña, que concuerda mejor con el significado sumerio de Gascuña— a la desembocadura del estuario de la Gironde, formaba parte del antiguo mar circular y da significado, en sumerio, sin prácticas modificaciones gramaticales, a nombres como: Cantábrico y golfo de Gascuña; Gironda y Unquera o Saintonge y Santoña, hecho por el que también se han incluido en esta base del triángulo, y se expondrá una hipótesis en el capítulo sobre lenguas. Estos significados semánticos diacrónicos se pueden hacer extensivos, también en sumerio, como veremos en el apartado de lenguas, a cuantos hemos citado en los triángulos. El resto de las líneas y triángulos, trazadas sobre el mapa, tienen su razón de ser como se irá exponiendo, lo cual, no implica que se trate de verdades incuestionables. No es así, se está tratando únicamente, de airear y razonar desde nuevos puntos de vista, unos hechos que se han olvidado o ignorado, teniendo sólo en cuenta más que su aspecto físico o arqueológico, constreñido, además, a espacios limitados. No se pueden unir espacios geográficos caprichosamente o mantener, sin razonar, los nacidos con posterioridad al Cromlech y al Camino de las Estrellas, de ahí las nuevas líneas y explicaciones. Podrán no ser las originarias, pero… Sigamos.


El triángulo núcleo del cromlech pirenaico

Al sur de Peñas de Aia, se encuentra, vista como un todo, la más notable concentración de cromlech, de todo el Pirineo. Se trata de los existentes en el triángulo, y aledaños, formado por las trinas Peñas Aia y los piramidales Pico de Orhi y monte Txindoki. Este hecho, que no fue advertido en el primer momento por el autor cuando partiendo del golfo de Vizcaya y cuenca del río Urumea, inicio de O a E el estudio sistemático, siguiendo las cuencas de los ríos en esta dirección, como se explicó en Del crónlech pirenaico... Pasado el tiempo y llegada la hora de una recapitulación final, aunque sea un tanto desordenada e inicialmente confusa, obligó a considerar, en hipótesis de trabajo ya aceptada, al mentado triángulo: peñas de Aia-pico de Orhi-monte Txindoki, como núcleo central del cromlech pirenaico.

El triángulo, pintado en rojo: Aia-Orhi-Txindoki (figura 7), tiene dos lados impecables, en términos analógicos, para expresar las ideas que pretendía plasmar aquella gente que, aún vistos con ojos y métodos de hoy, muestran, cuanto quisieron enunciar:



1- En el lado Aia-Orhi, 300º-120º, los solsticios de invierno y verano, tanto del sol como de la luna, y 2- En lado, banda en este caso, Orhi-Txindoki, 90º-270º los equinoccios.

El tercer lado, el Aia-Txindoki, no tiene la precisión ideal que les hubiera gustado, ni siquiera vista con ojos de ayer. Dicho lado, no tiene: 60º-240º, necesarios para mostrar los solsticios, sino, más o menos, 40º-220º, es decir que éste eje real esta situado unos 20º al este del ideal: 60º-240º. Sin embargo, siguiendo su lógica, podemos comprobar que ellos fueron conscientes de la imposibilidad de observar los solsticios mirando de Aia hacia Txindoki, como era su deseo, tanto desde un punto de vista religioso como de calendario. Los principios de la astronomía, impedían utilizar, Aia-Txindoki como eje solsticial, no lo era, para observar y situar el giro solsticial en Txindoki. Sin embargo, como veremos, paliaron con un artificio geométrico, verdaderamente elegante, los impedimentos topográficos existentes. Las rayas amarillas de la figura 6, muestran la sutileza geométrico-astronómica utilizada para lograr su propósito, que, es preciso explicar.
Si dentro de su triángulo, trataban de llegar a un punto singular en el que se viese el singular y piramidal Txindoki a 240º, era necesario desde Peñas de Aia bajar hacia el sur.
— ¿Mejor y más directa forma de hacerlo?
­—En preciso eje N-S.

Este eje, desde Peñas de Aia hacia el sur, ya se advirtió en Del crónlech pirenaico (descodificación astronómica de una religión olvidada), 1998. Se presentó un croquis sobre la ‘Disposición de los emplazamientos de crónlchs en los Pirineos atlánticos’, en él, salía hacia el sur desde Peñas de Aia y su pie este, partiendo de poco al sur del risco de San Antón, en ancha banda, situados en la citada dirección con la precisión que permiten los accidentes del terreno, se erigen los grupos de cromlech : 0300-01-01 Agiña I; 0300-01-02 Agiña II; 0300-01-03 Agiña III y 0300-01-04 Agiña IV, cuyo posible significado de sus círculos se expone al final de este trabajo, los cuatro Agiña están en la cuenca del Bidaso; el resto están situados en la del Urumea alineados de N a S: 0100-03-25 Enobieta Txikia; 0100-03-24 Pagolleta I; 0100-03-23 Pagolletako Gaña; 0100-03-22 Izurrizti II; 0100-03-23 Izurrizti I; 0100-03-20 Izu; 0100-03-19 Baraxar Pagoxar; 0100-03-18 Beltzuntza; 0100-03-17 Gerasunko Ataka; 0100-03-16 Ibintza; 0100-03-13 Iraingo Ataka; 0100-03-14 Loizateko Soroa.

Croquis 1

El croquis insertado procede del ya presentado en Del cromlech pirenaico..., esta vez con añadidos encaminados a resaltar el triángulo: Orhi-Aia-Txindoki y el eje N-S: Agiña- Loizateko Soroa, lugar éste donde se ve el giro de la luna en el solsticio de verano. Este croquis y la figura 7, muestran y expresan la misma idea que las líneas amarillas de la figura 7. En primer lugar señalan de forma empírica que al bajar hacia el sur, Txindoki se va encontrando a mayor número de grados hasta que al llegar a Loizateko Soroa, se ve a 240º, correspondientes al otro eje solsticial 60º-240º que, con el anterior, Orhi-Aia, forma el aspa de la cruz de San Andrés. La cruz de San Andrés que, parece proceder de la cruz solsticial, como el estudio del cromlech desde diferentes puntos de vista, parece confirmar.

De otra parte, esta línea N-S, que sale de Peñas de Aia y llega a Loizate, siguiendo en igual dirección sur, un poco al SO, hasta alcanzar los grupos de cromlech pirenaicos emplazados en el cordal Erakurri-Iruñarri, línea divisoria de aguas entre los ríos Urumea y Bidasoa, donde se encuentra otro lugar adecuado desde un punto de vista astronómico, puesto que se vuelve a topar con otro eje solsticial 60º-240º,  emplazamiento geográfico para poder observar desde el lugar a Sirio y Antares y a la luna y el sol solsticiales,  esta vez en el cercano Balerdi, una de las cima importantes del rocoso frontal oeste de la sierra de Aralar: Balerdi-Artubi-Txindoki. Sirio está representado sin la menor duda, de orto y ocaso, en el círculo nº 6 del grupo de cromlech: 0100-02-02 Olegi, en el lado oeste del collado de Ezkain, existente entre los montes Erakurri e Iruñarri, cuyas aguas vierten por el N en la cuenca del Urumea y por el S en la del Bidasoa, teniendo a 240º, a tocar con la mano, el aralarino, singular y rocoso, Balerdi, y dando fin sur, a los cromlech  del eje N-S que arranca en Peñas de Aia. La figura 6, con su línea amarilla discontinua de más al sur refleja el hecho.

Este eje N-S y el significado de sus cromlech, justifica en sí mismo y da confirmación experimental de que el hoy triángulo mudo: peñas de Aia-pico de Orhi-monte Txindoki, fue tenido en cuenta como tal a la hora de construir la mayor parte de los grupos de cromlech emplazados en él y en sus proximidades. Este triángulo y cuanto le atañe, permiten afirmar que al estudio del cromlech pirenaico y su época, se deben incorporar nuevas disciplinas, otras a las solas reglas de la arqueología y de la historia, creencia que se ha ido fraguando al cabo de años mediante pequeñas observaciones y estudios, que se están plasmando en éste y en anteriores trabajos.
Respecto a los grupos de cromlech existentes en este eje N-S del que estamos hablando, se presentaron todos en Del crónlech pirenaico (Descodificación astronómica de una religión olvidada), salvo los Agiña. En esta ocasión, en escrito aparte, se muestra la interpretación de todo el eje incluidos los Agiña, aun haciéndose pública ahora, se realizó junto con la mayor parte de los grupos de cromlech pirenaicos existentes hasta el Pico de Orhi, de seguido a la publicación del citado libro y se ha corregido hace pocos meses con objeto de clarificar la importancia que tuvo en esta historia la cruz de San Andrés y sus extremos, en referencia a las salidas y puestas solsticiales del sol y de la luna, inspiradores del triángulo e-uskaro o de la luna creciente, del que estamos hablando. En explicaciones que se van dando desordenadas, en realidad, como corresponde al desarrollo que ha tenido la investigación; es obvio que se podría haber hecho borrón y cuenta nueva, facilitando la comprensión de la teoría, pero me niego, no tengo edad para para añadir horas extras a un trabajo de años que sólo cuenta con el interés de un solo aficionado, el escribidor.
A la exposición de los Agiña, le siguen, en el orden establecido más arriba, es decir, en disposición N a S, la de los grupos del extremo sur del citado eje, 0100-03-14 Loizateko Soroa y 0100-02-02, Olegi; la exposición de los dos últimos, procede y es copia de lo ya escrito en el libro arriba citado. Las interpretaciones astronómicas de estos grupos de cromlech pirenaicos, presentadas en 1998, me siguen pareciendo suficientemente correctas, en su aspecto astronómico, para no tener que cambiar lo ya dicho sobre el eje en su conjunto, cosa que no sucede con otros grupos cuyo significado astronómico actualizado difiere de las primeras interpretaciones. Pero, con las interpretaciones astronómicas de los grupos de cromlech sucede como en los sudokus que, aceptadas las reglas, todos los resultados, sea cual sea, el interprete, si no se equivocan, coinciden.

La intuición de que los grupos de Loizateko Soroa y Olegi, podían tener un significado especial se reforzó con la posterior lectura de Astral Sciences in Mesopotamia de Hermann Hunger & David Pingree, Brill, Leiden 1999, pp. 75-79, que trata de los esquemas de intercalación en Mesopotamia, presentes en las tablas Mul-Apin, para ajustar los desfases en el tiempo de los años lunar y solar. Este asunto ennoblece al cromlech pirenaico y en especial al triángulo e-uskaro —véase en Lenguas—, gracias a los tres ejes solsticiales que se han dejado ver: Orhi-Aya; Loizate-Txindoki y, por fin, Olegi-Balerdi, en ellos se refleja el segundo método de intercalación expuesto en Astral Sciences in Mesopotamia p.77, sobre todo, la posibilidad de realizarlo, con Sirio como se observa de forma meridiana en Olegi, donde el circulo 6, como se dejó escrito en 1998, representa a Sirio. Un Sirio al que no le falta un detalle en forma de testigo para seguir el método propuesto en las tablas Mul-Apin.

Hablando del triángulo todavía, parece ilustrativo citar en este apartado, digamos, geográfico, los ejes E-O que hoy, parecen que sin duda, fueron deliberadamente, tenidos en cuenta por los constructores del cromlech. En los equinoccios, dentro del citado triángulo, hay ejes E-O paradigmáticos, señalados, como en el triángulo, por montañas destacadas, en cuyos alineamientos, se emplazaron grupos de cromlech relacionados con estrellas que se encuentran en los cielos en la citada orientación o, bien, relacionables con ella. Los principales ejes E-O, dentro del triángulo, e-uskaro y crómlico, están representados en el Croquis 1, que partiendo desde el vértice norte —Peñas de Aia—, son:
A) El trazado desde los cromlech  de Maistrugain, situados entre el monte Gorramendi y el pico de Aizpitza-monte Izu-monte Altueta-monte Adarra, y ya fuera de la zona de cromlech , el macizo de Izarraitz, todos estos montes, estan emplazados en las proximidades de la coordenadas horizontales —coordenadas UTM— Y 4784 y 4785, es decir, a una latitud N vecina a unos 43º 12’. A caballo de este eje se encuentran numerosos grupos de cromlech , cuyo significado astronómico y las distintas superposiciones de montañas que se observan en el paisaje, inducen a pensar que este preciso emplazamiento de montañas en dirección E-O, fue conocido, elegido ex profeso y motivo de situar en él o sus proximidades, topográficamente posibles, los grupos de cromlech pirenaicos hoy existentes. En el primer trabajo realizado sobre los cromlech pirenaicos de las cuencas de los ríos Urumea y Oyarzun: Del crónlech pirenaico (Descodificación astronómica de una religión olvidada), ya quedó patente este alineamiento E-O, aunque, como sucede siempre donde se evidenció fue sobre el terreno como se dijo al final de la p. 424 y comienzos de la p. 425, en referencia a la yuxtaposición de Adarra e Izarritz en el horizonte en precisa orientación E-O, y se reflejó también en el croquis 1, procedente del citado libro, que copiamos, aunque ahora resulte incompleto; sin embargo, bien mirado, ya en 1998, se podía deducir la existencia de alineamientos intencionados de grupos de cromlech , e incluso la importancia de la Banda Pico de Orhi-Peñas de Aia, que hoy sabemos, al margen de lo que dicen las estrellas que, representan los numerosos de cromlech  situados en su zona de influencia, el significado de esta banda es claramente luni-solar. Incluso este croquis 1, da cuenta de los ejes N-S de grupos de cromlech  que rodean a Peñas de Aia, cuya presencia permitió, desde Loizateko Soroa y Olegi con la ayuda de los ausentes, por falta de espacio, en aquel primer croquis: Txindoki y Balerdi, confirmar algo que, a tenor de lo que se dijo en el citado libro, al exponer los grupos de Loizateko Soroa y Olegi, que comenzaba a vislumbrarse por entonces: el significado especial de ambos grupos, que confirmó la lectura de Astral Sciences in Mesopotamia de Hermann Hunger & David Pingree, Brill, Leiden 1999, pp. 75-79, de cuya teoría, la figura 6, se hace eco gráfico a posteriori sobre nuestro triángulo. A la par que explica cómo, los constructores del cromlech pirenaico, se ingeniaron para adaptar la naturaleza existente, ya que si necesitaban un triángulo isósceles, a fin de materializar en tierra el fenómeno solsticial, se las arreglaron, mediante un legítimo e inteligente artificio geométrico, para solventar la representación solsticial que pretendían en el escaleno real con que contaban: Pico de Orhi-Peñas de Aia-Txindoki, dejando muestras imperecederas de sus conocimientos e ingenio.

B) El que se desplaza de E a O, dentro de las cuadrículas UTM, Y 4779 y 4780, al filo de la latitud de 43º 22’ N. Comienza con el monte Auza —que puede considerarse también dentro del eje-banda Orhi-Aia— y, continúa con montañas tan destacadas como Mendaur-Ekaitza-Loizate-Abade Kurutz, y, fuera del triángulo, macizo de Ernio. La impresión de falta de exactitud E-O geométrica en la figura 7, se debe a haber trazado la línea desde la cumbre más alta, Ernio, en lugar de a partir del punto preciso del macizo.

C) Más al sur todavía, desde Okabe —43º 02’ de latitud N—, cuadrículas UTM, Y 4767 y 4766, como se aprecia en el croquis 1 primitivo, en práctica línea del lado Orhi-Aia, arranca hacia el O, otro eje E-O punteado por una nutrida serie de cumbres singulares, bien provistas de cromlech pirenaicos en sus cercanías, tales: Errozate, Urkulu, Sayoa y Belate, que continúa hasta el Balerdi —43º 01’ 52’’; al borde de la cuadrícula UTM, Y 4766— en la sierra de Aralar, última referencia hacia el sur desde los cromlech  de Olegi, extremo del eje N.-S que arranca de Peñas de Aia y deja constancia del apaño técnico que realizaron los constructores del cromlech pirenaico para paliar la realidad geométrica y topográfica de la indebida situación de Txindoki, para plasmar el ocaso y giro de la luna en el de verano desde Peñas de Aia, error de apreciación que, como se viene de señalar, se corrige desde Loizateko Soroa con la referencia de Txindoki y desde Olegi con la de Balerdi.

D) Cerrando el triángulo por el sur, vemos en el primitivo croquis 1, sale un último eje en dirección E-O desde el Pico de Orhi —42º 59’ de latitud N, situado entre las cuadrículas UTM, Y 4762 y 4761, más cercano a la primera— hacia el oeste y sierra de Aralar. En su día, se detuvo en la cumbre de Irumugarrieta —1431 metros; latitud 43º 00’ N— la más alta de la sierra, situada entre las citadas cuadrículas UTM que vienen desde el Pico de Orhi. Balerdi e Irumugarrieta, se encuentran en práctica dirección N-S, el primero al norte. Txindoki, se halla entre ambos, a unos cinco Km. al oeste. Hoy, se prefiere considerar el triángulo menos preciso y analógico, aceptando como límites del lado sur del mismo al Pico de Orhi y al monte Txindoki, que son en realidad quienes de verdad, debido a su silueta tan del gusto de la época, tanto en Mesopotamia como en Egipto, se manifiestan en los extremos del recorrido físico de esta línea, dibujada además, como bien se aprecia en el croquis 1(enlace).

El croquis 1, da idea del triángulo en cuestión y de las efemérides narradas sobre éste, mientras el terreno y los mapas indican los accidentes de terreno más sobresalientes. Los movimientos anuales de la luna y el sol, con ayuda de las montañas singulares, parecen configurar el triángulo a grandes rasgos y los grupos de cromlech representando estrellas parecen confirmar los detalles y justifican la elección de emplazamiento que debe apreciarse como un todo enclavado en otro mayor.

La Figura 6, ‘Tierra de cromlech y entorno’, ha servido de guía y dibujo mnemotécnico para ordenar las entradas de ‘Lenguas’ y ‘Religión’. Lo cual no quiere decir que se piense que éste fuese tenido en cuenta en la Antigüedad tal y como figura en el mapa, aunque en éste, el cromlech pirenaico y el camino de las estrellas, se puedan relacionar con el terreno, con el horizonte y el firmamento en que están situados y así definir, dar emplazamiento y significado a ambos; en resumen, el mapa de la Figura 6, ha nacido con la sola pretensión de concretar, ordenar, enmarcar y dar límites al cromlech pirenaico y al tramo final del camino de las estrellas, con afán de facilitar la comprensión de un trabajo plasmado en retazos reunidos, de observaciones hechas sobre el terreno y de lecturas, procedentes de muy diversas disciplinas y fuentes, realizados durante los últimos veinte años. Por contra, en él hay partes, como el triángulo: Orhi-Aya-Txindoki, mudo y olvidado, en las que, no se propone, se afirma, fue conocido en su origen, tal y como apuntan las Figuras 6 y 7 y se razona a lo largo del trabajo.